A estas alturas del calendario de edades, no estoy muy seguro de que todos hayáis echado alguna vez un parchís. Lo resumo para lo que me interesa: si te comes una ficha del compañero, esta ficha se retira y tú cuentas 20 posiciones más con la tuya avanzando. Es la regla del fantasma: Te comes una y cuentas veinte… seguro que lo entiendes ¿Qué no? ¿Has tenido adolescencia? Bueno, estoy seguro que alguna vez, habrás mentido acerca de tu éxito ligando, para no quedarte atrás de cara a tus coleguitas, y no parecer un pringao más virgen que el aceite de oliva.
Un artículo de Miguel
Lázaro
Lo
de jactarse del número de tías con las que has estado, en ciertos círculos más
bien tirando a edades blandas, de instituto o universidad, ha sido el escudo
del ego de muchos jóvenes varones, que sentían que tenían que competir con sus semejantes
congéneres, para parecer muy machos, muy malotes, en edades en las que el
malote de turno, el de la moto, el guaperas de instituto, o el pinpin rollo Mujeres y hombres y viceversa, acaricia
la gloria por encima del resto, que por regla general, no se comían un colín. Y
si triunfaban una vez como en el parchís, se comían una… y contaban veinte.
Mientras
tanto, en el otro lado… la casuística del conteo se daba, se da y se seguirá
dando justo al revés: ellas se comían veinte, y te contaban uno o ninguno. Pero
fíjate lo que te digo, se los comían, se los comen… y se los seguirán comiendo.
Es muy importante aquí, dejar claro que estamos hablando de los tres tiempos:
pasado, presente y futuro, porque lo cierto, y quien no lo quiera ver, es que
es incapaz de aceptar la realidad, es que en la inmensa mayoría absoluta y
aplastante, la mujer desde su juventud es mucho más activa sexualmente que
cualquier ejemplar masculino.
Salvando
la excepción estadística, en la que podamos encontrarnos con un porcentaje pequeño
de hombres, que por así decirlo “tengan el swing” adecuado, y disfruten una
vida sexual activa, diversa y frecuente, lo normal, es que la inmensa mayoría
de varones heterosexuales, no disfruten ni de la frecuencia, ni de la
diversidad deseada, y se conformen con lo que les toque, o con lo que puedan. Pero
eso, lo reconozcas en mayor o menor medida, ya lo sabías ¿verdad?
¿QUÉ PASA CON EL MALOTE
CUANDO ELLAS QUIEREN SEGURIDAD?
Pero
espera, que volvemos con ellas: por ahí van diciendo, que llegada una edad, el
protagonismo del malote (sí, ese… el de la moto) va perdiendo efecto, que ellas
se toman la vida más en serio y que empiezan a buscar otro tipo de relación. Quizás
te suene: se supone que se interesan más en otros rasgos, en otras facetas que en
los hombres con los que siguen compartiendo experiencias, se acerque más a la
responsabilidad, a tomarse la vida más en serio, a aceptar el compromiso, a
bienestar económico y social, etc. etc. Y ojo, repito: se supone, que esto
tampoco es dogma, aunque se sigue cumpliendo bastante.
Y
es aquí, donde se supone que el resto de los mortales, aquellos que no
pertenecían a la estirpe de los malotes, ni a los alfas, ni eran los líderes de
la pandilla o al menos resultaran exóticos, tienen su oportunidad. Porque
claro, detrás de esas gafas hay un cerebro ¿verdad? Nuestros amigos,
precisamente los que necesitaban decir que se habían comido veinte, o los que
ni llegaban a entrar en competición, ya tienen sus veintitantos, o sus treinta y
tantos… y ya parece que valemos para algo ¿verdad?
A
todo esto, si te das cuenta, ella no ha cesado en su actividad: sigue eligiendo;
pero ahora parece que las oportunidades son más sólidas y más reales para ti
¿correcto? Bueno, ahora quizás algo más de actividad si de veras te has
cultivado un valor; pero por el momento, si estuviésemos compitiendo en una
carrera, ellas seguirían ganando en experiencia… y lo sabes. Bueno, y si no lo
sabes ya te lo estoy diciendo yo. Por otra parte, craso error en competir,
tienes que saber aprovechar lo que tienes y jugar con ello, pero no ponerte al
mismo nivel que un galgo de carreras con otros veinte corriendo al lado para
llegar a la misma meta.
Por
fin te comprometes y empiezas a construir algo, se supone que era lo suyo ¿no?
Ella ya tiene lo que quiere, y tú estás prácticamente nuevecito y listo para
consumir. Parece que todo encaja, pero amigo: la partida de parchís no termina
aquí. Lo que no sabes, o mejor dicho, lo que no quieres ver, es que la partida
continúa, pero tú te plantas con tus fichas. Este compromiso es un contrato de
mínimos para ella, pero para ti por lo visto es una tabla de salvación para asentarte
y quedarte como estás (y gracias).
LA PARTIDA CONTINÚA ¿CUÁNTAS
DICES QUE TE COMES AHORA?
Te
comes una.. ¡y gracias! pero date cuenta, que tu relación no lo es todo, porque
no lo es, y si ella tiene gran parte de lo que quiere, echará en falta otras
cosas. Ponle que echa de menos un 20% o un 10% de lo que tenía antes. Si,
porque te repito: la relación estable no es el sumun máximo. Te lo habremos
dicho mil veces, pero no está mal recordarlo. Bueno, te he dicho que lo echa de
menos, o no. Pero ese 10-20% está ahí ¿y a qué no sabes qué está dentro de ese
porcentaje aparentemente residual? Si lo sabes, y te jode saberlo sobre todo si
has firmado. Creo que se te había olvidado que ella se come veinte y cuenta
uno, y tú eres ese uno.
Sigo creyendo que falta
mucho, mucho por avanzar, y que como hombres sepamos jugar nuestras cartas: las
que tenemos, ni más ni menos. Pero normalmente si tenemos una pareja de doses,
apostamos, en lugar de esperar un par de cambios más de cartas, para tener un
full de reyes, o una escalera. No merece la pena apostar tan rápido, pero lo
jodido de todo esto, es que nos solemos dar cuenta tarde, porque creemos que la
partida ha terminado, o queremos ganar algo, aunque no sea la partida y sea
rápido. ¿Sabes qué nos hace falta? Mas paciencia, pero sobre todo plantarnos y
aprender a decir que no.
No hay comentarios:
Publicar un comentario