Se ha hablado mucho del patriarcado, en todos los medios y aquí también. Creo que ya hay poco que añadir. ¿O sí? Basta con salir a la calle y ver la vida de las personas en el mundo real, para darse que cuenta que lo políticamente correcto, se queda en palabras, en el papel o en la pantalla táctil de tu teléfono móvil, sin tocar carne en las tres dimensiones. Y como las personas vivimos del trabajo y no de las palabras, he aquí que me veo en la obligación de no callarme la realidad de los hechos.
Un artículo de Daniel Díez
Puede decirse que dicho patriarcado,
de existir, también podría tener su lado bueno. Paciencia por favor, a las que
me está llamando machista desde el fondo de la sala. Al menos si aceptamos que
hay cosas que pueden ser muy subjetivas. He trabajado cerca de 20 años.
Levantándome nunca más tarde de las 7 y llegando a casa de noche. Así 20 años. Bueno,
en mi época de estudiante fue también algo similar. Al menos los madrugones. Por
lo que se podría decir que llevo toda mi vida madrugando y haciendo cosas de
las que te levantas con muy pocas ganas de hacer. Por suerte, cuando eres
estudiante, estás rodeado de amigos, las chicas son jovencitas y te dan cancha
y hay juerga y actividades que compensan los esfuerzos. Y hay tiempo libre.
Cuando vas creciendo los amigos se
distancian, el ocio es casi un apunte en la agenda para el mes siguiente y las
facturas y responsabilidades aumentan.
El otro día no trabajaba. Un día
extraño en mi vida. Una mañana de martes dándome el sol en la cara. Lo habitual
es estar entre cuatro paredes comiéndome marrones. Así casi 20 años. Pues aproveché para hacer gestiones e
ir al gimnasio. Por el camino, me encontré con un excompañero de curro que le
dieron pasaporte en un ERE hace dos años. Aún seguía en paro. Tener más de 45
años era una losa para él. Se había abandonado, estaba más delgado y no se
había afeitado en semanas. Su peinado tampoco era precisamente a la moda. Daba
un poquitín de penita. Y así es más difícil que te contraten. Por no decir que
anímicamente, el descuidarte no ayuda.
Llegué al gimnasio. Me lo esperaba
vacío. Eran las 10:30. ¿Quién podía estar a esas horas ahí? Cuatro jubilados,
me imaginé. Y casi acierto… ¿O no? Entro. En la sala de musculación hay un
número considerable de gente. Más de la que esperaba. Pero con un común
denominador. Parecían estudiantes y jubilados. Al menos por sus edades. Me
encontré a Javi, un administrativo en
paro que le quedaba un mes para que se le terminara la prestación. Pero así en edad
de trabajar, estaba Javi y cuatro o cinco más. Dos de ellos en el vestuario
hablaban de que tenía que entrar por la tarde a no sé qué del curro. Así que no
eran parados.
LA SOCIEDAD NO ES MACHISTA POR SI SOLA:
SON MACHISTAS
LAS PERSONAS QUE LA FORMAN
Miré a la sala de Zumba. Eso era otra
cosa. 120 personas apelotonadas. Todas mujeres entre los 25 y los 50 años. “Que son las 10:30 ¿Aquí no curra nadie?
¿Entra todo el mundo de tarde?” Más tarde lo miré. En España, mi país, el
14% de las personas trabajan a turnos. Por lo que, de esas 120 personas, solo
17 como mucho, podrían ser trabajadoras de tarde. Lo primero que puede uno
pensar, es que, en nuestra sociedad machista, a las mujeres se les discrimina
más y hay más paro femenino que masculino. Algo que demuestran las estadísticas.
Estas dicen que hay más mujeres que hombres buscando activamente trabajo.
Eso sí, tampoco es una diferencia
excesivamente grande. Depende de la época, pero ahora anda por 6 puntos. Es
diferencia, pero 6 puntos sobre 100 tampoco es un mundo. La sensación que me
dio al mirar a la sala de Zumba es que en el gimnasio había un porcentaje de
mujeres en edad de trabajar excesivamente alto respecto a los hombres en esas
mismas circunstancias. En cambio, por la tarde/noche, el gimnasio se llena de
hombres y este supera un poco al de mujeres. Según las estadísticas, en los
gimnasios, al menos en España, en la última década, el número de hombres apuntados
es superior al de mujeres. ¿Qué estaba pasando? Porque yo estaba viendo el tema
al revés. La mayoría tenían que estar trabajando. Joder con la liberación. Que
mal vamos con ella ¿No?
Así que teníamos en la sala de
musculación a estudiantes, algún jubilado, algún parado y algún trabajador por
turnos. En cambio, en la sala de zumba, teníamos a más del doble de mujeres, la
mayoría en edad de trabajar. Ellas no hacían zumba con un chándal
zarraprastroso. Ni con una camiseta de publicidad de las que te dan en las
promociones. La mayoría, sobre todo las más jóvenes, iban muy monas. Casi un
lujo para una persona que no ingresa cantidad alguna por estar sin trabajo.
“¿Hay algo que me estoy perdiendo? ¿Hay algo que no estoy teniendo en
cuenta?” Me
pregunté. Y aún sigo preguntándomelo.
¿Me habré equivocado al estar
trabajando durante casi 20 años de sol a sol y existe otra forma de vivir? A
ver, es obvio que, si no trabajas, el dinero necesario para vivir ha de venir
de algún sitio. Y por norma general, te conviertes en dependiente de algo o
alguien y no de ti mismo. Pero lo mismo les pasa a los dos parados que me
encontré esa mañana. Dependían de un trabajo que no tenían.
¿Conoces el termino hipergamia?
Hablaré de él más en profundidad en otro artículo. Dicho muy resumidamente y
sacado de la Wikipedia es: la
aparente tendencia dentro de las diferentes culturas humanas donde las mujeres
buscan o son animadas a buscar un hombre comparativamente mayor, más guapo, más
adinerado o de alguna otra manera más privilegiado que ella.
TU FORMA DE ELEGIR PAREJA, ES MACHISTA:
HAZTELO MIRAR
Dicho de otra forma: La enfermera
quiere con el doctor, pero no con el celador; la azafata quiere con el piloto,
pero no con el chaval del mostrador de facturación… y la secretaria quiere con
el jefe, pero no con el de la mensajería. Busca en Google: Cómo encontrar un
millonario en Internet ¿crees que miento o que exagero? Ahí lo llevas y flipa
con los resultados.
Porque si alguna mujer tiene donde
elegir y elige bien, puede casarse o tener un novio “más privilegiado que ella”.
Y nadie se lo reprocha, pero como la vida es dura y el desempleo castiga mucho,
mientras encuentra trabajo, siempre tendrá la protección y el apoyo de su
pareja. Por lo que no es necesario matarse por tener que buscar trabajo. Ni
tener que aceptar una mierda de condiciones. Y también tienes la opción de
dedicarte a los hijos. Y tener un trabajo a media jornada que puedas compaginar
con la maternidad.
Puede ser también que a ellas les
ofrecen esos trabajos a media jornada que les permiten ir a Zumba por las
mañanas. Pero que a la vez les da un salario de mierda. Y engrosarán las
estadísticas donde se verá que ellas cobran menos. Pero si sumamos lo que ella
pueda ingresar, más lo que ingresa su pareja. Veremos que no viven mal. Al
menos toda mujer que pueda seducir a un hombre “con más estatus que ella”. ¿No
te gusta cómo suena? Mira en tu círculo social, tus amigos, tus compañeras de
trabajo y empieza a contar, cuántas veces se repite esta casuística.
Mientras tanto, parece que mi única
opción es trabajar y trabajar. Yo no tengo opción de poder ir a Zumba por las
mañanas ni tener tiempo libre. Porque el patriarcado puede ser una mierda. Pero
igual se les ha olvidado decir que también es una mierda para los hombres.
¿Quieren que la sociedad cambie y sea más igualitaria y equitativa? Pues con la
hipergamia no lo va a ser.
¿Existe presión social para eliminar esa forma de discriminar al varón por su status y posición? Y es que toda mujer que, gracias a la hipergamia, entre en una reacción que le cambie su realidad a mejor, se hará feminista de boquita. Porque en realidad, es el patriarcado imperante el que le estará poniendo en una situación de privilegio que no querrá ver. Y es que yo también quiero poder estar con alguien que me quiera, que cobre más que yo, que no le importe si estoy en el paro o cobro poco. Que no le importe que no sea ambicioso o tenga un trabajo de perfil bajo. Que me deje a mi ser amo de casa y trabaje ella. ¿Cuántas estarán dispuestas a eso? ¿Cuántas feministas en contra del patriarcado estará a favor de lo que propongo? De momento, la realidad vista a las 10:30 en un gimnasio me dice que muy pocas.
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