En Occidente nos creemos demasiado
importantes. Nos han enseñado a creer que nosotros vamos primero, nos han dicho
que somos únicos, irrepetibles, valiosos, privilegiados por vivir dentro de
esta burbuja. Hemos crecido con la idea en la cabeza, de que algún día seríamos
alguien importante, o que haríamos algo grande. No sabemos pensar en la
mayoría, solo sabemos que nuestras ideas, o que nuestro "YO" han de prevalecer, porque para eso hemos sido programados. De hecho, dudo que cualquiera de
nosotros, no haya fantaseado al menos una vez con la idea del triunfo, con llegar
al podio, o con ser el protagonista de una victoria, de un acto heroico, del
clamor del público, de un amor verdadero…
Un artículo de Miguel Lázaro
Ni que decir tiene, que hay personas
con mucha más experiencia que yo, con mucho más mundo, más viajes, más cultura,
más conocimiento y más relaciones a sus espaldas; pero dentro de mis más que
modestas posibilidades, sí he aprendido algo importante dentro de esta burbuja
occidental, en la que deambulamos como animales de granja:
Se nos prometen felicidad, éxito,
amor, se nos dice que gozamos de un estatus privilegiado por estar aquí, se nos
proyecta el poder vivir un sueño… pero para alcanzar esta promesa, se nos
proponen caminos, canales y opciones a través de las cuales, jamás lograremos
ese éxito o ese triunfo que nos han metido desde siempre. Caminos controlados,
intervenidos y regulados, que nos destinan a un éxito o fracaso predecibles,
seguros y limitados. Prueba de ello, es que quienes visiblemente han triunfado,
no han optado por estas vías programadas, seguras y establecidas.
Una vez nos hemos adormecido al
instinto dentro de estos caminos seguros, pueden varias cosas:
Nuestro YO real, termina por aceptar
que jamás alcanzaremos ese éxito que se nos había prometido y nos conformamos:
esta vía, es la que hace que el sistema funcione. Es la que fomenta el consumo
condicionado, la dependencia a los bancos, la que hace que reaccionemos a cada
paso y noticia que nos inyectan en los medios. Es la que hace que sigas
comprando lotería como un borrego, ya que te das cuenta que, trabajando no
llegarás a ninguna parte.
¿CUÁL ES LA EPIDEMIA QUE
PADECEMOS EN OCCIDENTE?
Puede pasar también que no te
conformes, y que te conviertas en un contestatario, en un revolucionario
occidental, de los que habitan dentro de esta burbuja: revoluciones cómodas de
bienes y servicios para proteger no ya nuestra vida, sino nuestro bienestar,
nuestras libertades individuales y nuestros derechos civiles. Si alguien se
ofende por considerar que las revoluciones occidentales son cómodas, o
revoluciones de sillón, está en su derecho; pero teniendo en cuenta que esto es
una burbuja, y que en el resto del mundo pasan cosas más graves, ser un
revolucionario occidental, también es una opción segura, cómoda y diría que
hasta programada. Si el propio sistema lo admite, no es revolución. Hasta los
anti-sistemas, se benefician del sistema porque están dentro.
Pero, por otro lado, hay una opción
que no creo que se plantee mucha gente, por el riesgo que ello conlleva. No es
una opción muy popular, porque supone una renuncia al bienestar del que se goza
aquí, y quizás es la opción que más se ajusta a nuestra verdadera condición humana,
la instintiva, la práctica y la real: largarse.
Vemos día tras día, como hay gente,
masas de personas, que se matan y que mueren literalmente, por entrar en
Occidente, en búsqueda de esa misma promesa que nosotros nos hemos creído. No
son activistas de sillón, que en sus vacaciones se van con una ONG. Son
personas que quieren entrar para llevar una vida, para conseguir lo que no han
podido conseguir en su tierra de origen. Lo que no nos han explicado ni a
nosotros, ni a ellos, es que esa promesa Occidental, tienen un cupo máximo,
porque son plazas limitadas. Ellos se juegan la vida, pero nosotros lechones de
granja occidental… en comparación con ellos, no nos jugamos una mierda.
¿Sabes que el ser humano es nómada? Al menos así lo era en su origen antes de establecer el germen de la civilización. Pero nos pesan demasiado nuestros derechos y libertades individuales. Nos pesan tanto, que la última de nuestras opciones sería la de verdad y la más auténtica: largarnos y buscarnos la vida fuera. La idea de cambiar el sistema desde dentro, es muy romántica, heroica, predecible… pero sobre todo es la más cómoda. Si formas parte del sistema, estás dentro del sistema, aunque grites a bombo y platillo que estás en contra. La mejor lucha contra un sistema injusto, es quitarle precisamente aquello que hace que funcione: los esclavos. ¿Lo pillas? ¿tenemos valor para irnos o estamos muy cómodos y por eso no queremos que entre nadie más? ¿hay vida más allá… de Occidente?
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