No sé si alguna vez alguna mujer te
habrá tachado de inmaduro. Es quizás uno de los reproches más habituales que
nos hacen, junto con el habitual “es que solo piensas en sexo” o el archireconocido
“todos los hombres sois iguales”. Bueno, por mi parte te animo, a que si has
recibido alguno de estos reproches u otro parecido, cojas un rollo de papel
higiénico, lo estires y escribas todos esos reproches con cuidado. Así lo dejas
preparado, para cuando tengas que ir al wáter, darles el uso que les
corresponde.
Quizás veas estos reproches demasiado
ligeros, ya que además cuando la puerta está cerrada, el tono puede subir. No
te equivoques, con que los oigas tú es más que suficiente. El miedo habitual a
la represalia, puede dejarte clavado donde estás, pero si entiendes y lo
entiendes bien, que cuando ella utiliza ese tipo de lenguaje, no te está
respetando y ejerce poco a poco la violencia del cuentagotas, no dudarás en
quitarte de en medio. Nunca dejes crecer el germen de la violencia: nunca.
Cuidado con los días de calor,
cuidado con los periodos próximos a la luna llena, cuidado con responder a este
tipo de violencia: ignóralo, impermeabiliza tus oídos, y si no puedes, vete. No
pasa nada. En verano se multiplican las discusiones en pareja, se pasa más
tiempo juntos y la convivencia forzada crea roces. Unido a esto, el hombre
tiene todas las de perder en un conflicto doméstico. Vamos con el cartel de
perdedor o culpable, por la institucionalizada ideología de género, por lo que
lo más inteligente que podemos hacer, es evitar cualquier tipo de
confrontación.
Si no te queda más remedio que
quedarte sentado escuchando semejante basura, más que nada por no crear un
problema mayor, lo dejo a tu opción. Pero lo adecuado, precisamente para evitar
que el uso de este lenguaje se quede como establecido o normalizado, es que no
digas ni pío, te levantes y te largues sin esperar a que ella termine de
hablar. No pasa nada, puede hacerse… y no se abre una grieta en la tierra, ni
caen personas muertas a tu alrededor si te largas sin dar más explicaciones.
EL REPROCHE EN LA PAREJA:
LA VIOLENCIA DEL
CUENTAGOTAS
No te comas ese tipo de basura, es
malo para la cabeza: es como tener un gramo de plomo acumulado en el cerebelo o
un tumor maligno. Como veo que este tipo de lenguaje del reproche, está tan
sumamente implantado en las relaciones, es necesario tratarlo de alguna forma.
La mejor y la que menos conflictos genera, no es discutirla, ni aguantarla, ni
reprobarla: es no tragártela directamente. Te levantas y te vas. Repito: te
levantas y te vas, no esperes.
No sé tú, pero a mí el hecho de
discutir me quita energía. No siento la necesidad de que en una conversación
ella me dé la razón. Si escucho algo que no me suena o no me interesa oír,
tolerancia cero: las palabras ejercen violencia. Y más, cuando el sentido de
autocrítica es absolutamente nulo, debido al trato que se le da al hombre legal
y socialmente. No te estoy diciendo ni que discutas, ni que rebatas, ni si
quiera que te defiendas, ya que si no eres especialmente hábil puedes terminar
entrando al trapo de este tipo de violencia, teniendo además todas las de
perder.
Te levantas y te vas y que sea ella quien gestione sus
propias palabras y las consecuencias de las mismas. No tienes que aguantar
nada, no tienes que digerir ese trato que te encajona como un mero sparring,
del desahogo demasiado habitual al que el hombre se suele ver sometido en las
relaciones de pareja. No lo justifiques, no te condenes, no lo aceptes: las
palabras afectan al cerebro. Evita siempre cualquier tipo de violencia, porque
las palabras también pueden serlo.
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