Cuando
la falta de experiencia y la inocencia propia de la edad marcaban mis
intenciones y mis pensamientos, recuerdo que de pequeño pensaba que algún día,
perpetuaría la cadena de la hipoteca, el matrimonio, la familia y la deuda continua.
Si hubiera caído en esa trampa, probablemente hoy seguiría hablándole
tímidamente al cuello de mi camisa, y estaría apurado continuamente para que mi
pequeña burbuja de bienestar, no se viera alterada, temblando ante cualquier
soplo que la desestabilizara.
En
el mundo de los prejuicios, el estereotipo es el rey. El reggaetón, Mediaset, la LOGSE, Mujeres Hombres y Viceversa, Gran
Hermano y alguna que otra ideología auspiciada por lobbies hipócritas, han
echado a perder una generación completa y eso no parece importarle a nadie. A
pesar de ello, es delito llamar a las cosas por su nombre. Si antes el desfase
generacional se acusaba de una generación a otra, ahora ya no es un desfase… es
más bien un precipicio.
De
hecho, hablando de esta forma, no puedo evitar sentirme como un viejo que ve
como todo a su alrededor ocurre demasiado deprisa. Así que cuando sea viejo de
verdad, supongo que lo fliparé en colores. Lo que nos enseñaron nos ha servido
de poco, o más bien de nada. Al menos, es lo que yo experimento a día de hoy.
La inmensa mayoría de los valores que se supone me metieron en la cabeza, hoy
por hoy están absolutamente obsoletos. Y los que no me he visto obligado a
desechar yo para “sobrevivir”, se han ido cayendo solos por el camino.
¿VALORES? ¿QUÉ ES ESO?
Si
alguna vez tuviera un hijo, sinceramente… no sabría cómo educarle para que las
cosas le fueran medianamente bien en la vida, si lo que es el far play, ha desaparecido completamente
de la vida social, laboral y en especial de la vida en pareja (si es que alguna
vez lo ha habido) ¿cómo enseñarle a un hijo qué es lo correcto y lo incorrecto,
capacitándole para lo que venga, sin saber qué es lo que vendrá. No sé si los
padres o madres de hoy se hacen estas preguntas, o están excesivamente ocupados
divorciándose, o no haciéndolo, trabajando 10 horas al día cada uno y que a sus
hijos les críen Youtube y sus abuelos
si los tienen.
A
las madres y padres de hoy en día, les veo demasiado ocupados: hombres
enjaulados y mujeres insatisfechas, que se han condenado por contrato, a
replicar modelos de sí mismos, que “se crían” solos y que algún día, les
reemplazarán en sus tareas de pagar facturas… viviendo bajo el yugo de
contratos laborales que les condenarán a vivir en piso compartido, si algún día
y este llega, pueden salir de casa de sus padres y emanciparse. Creo que en
unos años, ya se podrá admitir legal y socialmente que casarse no resulta
rentable, en especial para el varón.
Bueno,
supongo que la solución más práctica y quizás menos decorosa, sea tirar por la
vía espartana: si no tienes burbuja de bienestar, ni nada que te sujete al
suelo por contrato, es más difícil que te sometan, o que empleen ese bienestar
como arma arrojadiza para hacerte bailar al son de la música de un interés
general, que no es tan general. Pero claro, esto supone hacer muchas renuncias,
que es lo que más le duele a la plebe… la falsa seguridad de tener seguridad,
sigue siendo hoy el producto estrella.
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