Mis
amigos suelen acusarme de tener “muy poco aguante” en lo que a tolerancia en
las relaciones se refiere. Básicamente, alegan que a la mínima que veo algo que
no me gusta, o que no me suena bien, corto la relación. Me dicen que no doy
oportunidad y que si sigo así… me voy a quedar solo toda la vida, como si eso
fuera un problema, o el “que viene el coco” previo a cumplir los 40, para lo
que de momento todavía me queda un trecho.
Tampoco
les voy a llevar la contraria, pero claro… ellos me hablan desde una
perspectiva con muy poco margen de maniobra, que en muchos casos por tener que
mantener un hogar en familia, les tiene objetivamente limitados y cogidos por
los huevos. Yo entiendo lo que me dicen, porque también tienen parte de razón,
en lo que a ceder se refiere: no lo negaré.
Pero
claro, yo no tengo nada firmado con nadie. Mi tiempo y mis opciones son mías y
no me veo obligado a dar nada que no quiera dar desde mí sin coacción ni
contrato. También cuando emplean el verbo #aguantar para mi gusto está mal
empleado. Si ellos entienden las relaciones como “aguantar” es porque no les
debe de quedar más remedio.
O
de igual forma, cuando aparece el fantasma de la soledad futura en plan amenaza
de cuento de Dickens… pues es que ese miedo a estar solo no lo tengo. Está
superado y más que superado, y creo que dentro de mis modestas posibilidades,
me lo monto bastante bien. Por una cosa u otra, no me veo en la obligación ni
necesidad de tener que “aguantar” a nadie.
Para
empezar, porque no creo que “aguantar” a tu pareja, sea algo que se tenga que
entender como bueno, porque implica sometimiento. Y no quiero ni que me sometan
a mí, ni que nadie esté sometido a mí tampoco. Si una mujer quiere estar
conmigo, quiero, deseo y espero que sea desde su libertad, y no por ninguna
otra razón que genere una sola dependencia.
Sigo
viendo muchísimo miedo en los hombres hoy en día. Mucho más en los que están en
pareja, que en los que no. Los que están en pareja con hijos, obviamente más
porque lo tienen muy jodido para poder ser ellos mismos entre las cuatro
paredes que pagan mes a mes y a la que llaman casa, en la que ni si quiera
pueden ser ellos mismos.
Por
respeto a su situación, decidí dejar de discutir con ellos hace tiempo; ya que
si lo piensas… no les queda más remedio que justificar su situación y muchas
veces tener que defender lo indefendible, para mantener una versión muy pobre
de estabilidad, sostenida con palillos de dientes. No me pueden decir otra
cosa, están pillados por todas partes y tienen que vivir con ello dándolo por
bueno de alguna forma, justificándolo cuando se han dado cuenta que no todo el monte es orégano.
¿CUÁLES SON LAS LÍNEAS ROJAS EN UNA RELACIÓN?
Llamaría
línea roja en una relación, a cualquier actitud, imposición o comportamiento
que te impidiera expresarte, ser tú, o responder según tus necesidades y
valores, ante una situación cotidiana que terminara en perjuicio claro para ti,
si decides no continuarla. Básicamente lo resumiría en aquello que te coacciona
o bien te priva de libertad o bienestar y pone en riesgo tu status quo.
Si
pensabas que te iba a hacer una lista, o te iba a definir unas pautas “de
combate” para aprender a discutir y a ganar, te pediría que maduraras un
poquito. Cada persona tiene sus propias fronteras, estas no se deben dictar ni
imponer: cada uno tiene que ver las suyas, si es que alguna vez se siente en
necesidad de ello. No es bueno salir a jugar a la defensiva, no es sano.
Aparte
de intentar empatizar lo máximo posible, con aquellos que me “reprenden el poco
aguante” puedo hacer poco más que guardar un respetuoso silencio. Ya no doy ni
consejos ni asesoramiento, porque la experiencia me dice, que
independientemente de lo dicho, en cuanto les dan un ultimátum, les entra
miedo, aprietan el culo y vuelven al redil como borregos para no quedarse sin
ración. No me gusta perder el tiempo.
Se
acabó lo que se daba: se acabó la tontería, la estupidez, la feria, el
auto-engaño, la sugestión y la piedad contigo mismo. No te voy a decir lo que
tienes que hacer, aunque lo estés
deseando como un febril borrego. Ahora sabes más que antes, porque lo que acabas de leer aquí es verdad.
¿Qué no te gusta? No te preocupes, siempre te quedarán las comedias románticas.
Vamos ¿por qué no te largas? ¿todavía sigues aquí? Ya estás tardando…
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