Antes, no hace demasiado, a las
personas que no se casaban se las llamaba solterones o solteronas. Si pasabas
de los treinta y tantos y no estabas colocado con alguna o con alguno por la
Iglesia, las viejas de cada pueblo y ciudad, te tachaban con ese calificativo.
Los solterones y las solteronas, eran aquellos entrañables tíos y tías de
parentesco familiar, que no sabíamos por qué, nos resultaban insultantemente
más entretenidos que nuestros progenitores tanto a favor como en contra. Algo
más jóvenes que nuestros padres y madres y con un nosequé, que hacía que cuando venían de visita, quisiéramos pasar
más tiempo con ell@s.
Con el paso de los años,
algunas y algunos de nuestros titos solteros caerían finalmente en el
matrimonio, eso sí… después de haber viajado y vivido algo más que nuestros
padres, sus hermanos. Los hermanos pequeños siempre se lo han montado mejor que
los mayores: doy fe. Mi tito Juan
tuvo unas cuantas novias y vio mundo antes de casarse, mi padre no. Ese es un
tema.
Ahora en vez de decir
solterones, los y las llaman singles. Nos metemos en páginas web para impares,
y nos vamos de trekking o de crucero, follamos (o no) y en nuestro grupo de
amigos habitual solemos ser la oveja negra o descarriada. Si somos hombres, se
dice que “algo raro nos debe pasar” y si somos mujeres, se nos halaba y admira
(menos si eres gorda y fea, entonces si eres una solterona) como mujeres de
hoy. Eso sí, si eres guapo y tienes pasta, eres un soltero de oro y ya no eres
ni raro ni gay: solamente no has encontrado a la mujer de tu vida. Vamos… la
misma mierda de siempre pero con otro nombre.
Todo tiene un término medio y
por tanto, también tiene unos extremos. Ser soltero, no tener pareja, follar
poco o muy poco, no son sinónimos. No tiene nada que ver una cosa con la otra.
Hasta el casado que dice que se casó para tener sexo seguro (que lo hay) folla:
una vez al año pero folla. Y la casada que lo hizo para parir “legalmente”
también: primero una vez al año con el marido, para procrear por el decreto de
la ley de la selva y la sincronización con sus amigas… y después con lo que
cayera. Estar soltero y sin compromiso, se supone que te habilita para “estar
con quieras” y “hacer lo que quieras cuando quieras”, pero muchas veces tampoco
es así. ¿A qué me refería entonces con los extremos?
SEXO YA POR FAVOR: LOS BICHOS RAROS EXISTEN Y DAN
MIEDO
Me refiero a gente que o bien
por desengaños, o por falta de experiencias, o por miedo, o por conformismo, o
por cualquier razón que sea… optan o mejor dicho, se condenan a la soledad.
Ninguno de ellos o de ellas, lo reconocerá jamás. Es más, te dirán que han
elegido ese camino desde su libertad, pero es falso ¿por qué lo sé? Porque las
personas, necesitamos personas. Necesitamos contacto social, humano, sexual,
verbal… el contacto que sea, pero las personas necesitan personas. Lo he dicho
muy finamente quizás, estoy hablando de sexo: las personas necesitan roce,
contacto con otras personas.
Cuando no se tiene contacto
con otras personas, uno puede volverse tarumba con el paso del tiempo. Si yo
tengo un miedo es ese: que se me vaya la olla y no darme cuenta. Y no por no
tener contacto, porque creo ser una persona bastante sociable (y más para bien
que para mal, me muevo entre mujeres), pero al vivir solo sí que es verdad que
uno se va haciendo cada vez más a sus cosas, hábitos y manías. Pues bueno, esto
llevado al extremo de la justificación, puede llegar a generar engendros que de
vez en cuando se atisban por ahí.
¿Engendros? Sí, engendros y
muy chungos y muy chungas que de vez en cuando le toca tragarse a alguien en
una primera cita. Esto es bastante habitual entre singles. La gente que se
cierra a tener relaciones o a mezclarse, que la hay y no es poca, termina dando
más miedo que un payaso con dos pistolas cargadas y un ataque de esquizofrenia.
Aclaremos conceptos: una cosa es ser una persona independiente y saber vivir
solo, cosa que no es fácil de ver y otra, encerrarse por miedo a no saber
interactuar con el sexo contrario.
Aquí hay un mundo completo de
engendros ¿qué digo un mundo? ¡un universo!
Te hablo desde la cuarentona que le pone a su perro nombre de persona
(varón, digamos Mariano, Pepe, Manolo… ¡esto lo he visto yo!) y que tiene un
novio-niño-perro, hasta el falso homosexual u homosexual “converso” tanto ellas
como ellos, que opta por tener relaciones solamente con personas de su propio
sexo, por fracasos o malas experiencias con personas del sexo opuesto. Eso no
es ser homosexual, eso es no saber afrontar una mala experiencia: rechazos
continuados, desengaños que no se superan, maltrato… OK, hay de todo, pero no
es la respuesta. También hay tíos de cuarenta años a los que les sigue
vistiendo su madre y dan mucho miedo.
Si hay algo que me ha
enseñado la vida a día de hoy, es que las necesidades básicas, en la medida de
lo posible siempre hay que tenerlas cubiertas para poder llevar una vida digna.
La otra cosa, es que no hay que cerrarse puertas cuando hay miedo de por medio.
Si eres capaz de cumplir estas dos condiciones tan simples, es difícil que
acabes siendo un bicho raro. Y sí, el sexo entra en las básicas, aunque creo
que como no tenerlo tampoco es causa de enfermedad mortal, algunos y algunas
alargan los plazos hasta tal punto, que están para meterlos en jaulas.
Se
acabó lo que se daba: se acabó la tontería, la estupidez, la feria, el
auto-engaño, la sugestión y la piedad contigo mismo. No te voy a decir lo que tienes
que hacer, aunque lo estés deseando como un febril
borrego. Ahora sabes más que antes, porque lo que acabas de leer aquí es verdad. ¿Qué no te gusta?
No te preocupes, siempre te quedarán las comedias románticas. Vamos ¿por qué no
te largas? ¿todavía sigues aquí? Ya estás tardando…
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