Ni de padres a hijas, ni de hermanos a hermanas, ni de
amigo a amiga… porque básicamente este último parentesco es artificial ¿o qué
esperabas? Entre un hombre y una mujer ¿cómo debería apoyarle él a ella ante una
dificultad? Partiendo de que lo normal es que no sepamos cómo hacerlo bien, o
quizás creamos que debemos hacerlo tal y cómo nos gustaría que nos apoyaran o
amaran a nosotros, querer a alguien como te guste que te quieran, en ningún
caso es garantía de acierto, entonces ¿qué hacer?
Lo primero y lo básico: no prometer absolutamente nada.
Quiero que prestes atención a esto: no he dicho “no prometer absolutamente nada
que no puedas cumplir”, quiero dejarlo claro. Repite conmigo: no prometer
absolutamente nada. Ni lo que puedas cumplir, ni lo que no: nada. Las promesas,
las intenciones, los propósitos te atan a una palabra que genera unas
expectativas.
Aunque estés a la altura de lo prometido y tus actos lo
reflejen, nunca serás dueño de la imagen de las expectativas que en ella hayan
generado esa promesa. Los hombres para ganar o mejor dicho, para “comprar”,
tendemos a prometer cosas por las cuales no sabemos a ciencia cierta, si
podremos responder en el día de mañana. Los ejemplos más claros de promesas son
el contrato hipotecario y el contrato de matrimonio.
Algo más fácil de lo que parece: hacer primero y hablar después.
Ya no te digo no prometer, te digo no abrir la bocaza. Si, los hombres que más
hablan son los peluqueros ¿lo sabías? ¿eres peluquero? Los peluqueros hablan,
hablan y hablan… solo les ganan las peluqueras, las porteras, los conserjes
mayores de cincuenta años y los seguratas de parques empresariales filósofos
del marca.
Cuanto menos abras la boca, menos vas a meter a la pata. Cuanto más hagas y menos
digas, más estarás complementando y apoyando a esa mujer de forma correcta a
sus necesidades. ¿Qué un psicólogo de amanerado gesto que ha escrito cuatro
libros de cómo hablar con las mujeres? Vale, te diré que una cosa es hablar,
otra comunicarse y otra subcomunicar.
SE NOS VA LA FUERZA POR LA
BOCA
El que habla mucho, pierde fuerza y efectividad
haciéndolo cuando tiene que actuar. El que comunica, habla lo que tiene que
hablar pero no sabremos si actúa o no. Eso solamente lo saben él y la mujer que
esté con él. Dice lo que tiene que decir y punto. El que subcomunica, no
necesita ni hablar, ni comunicar explícitamente nada, porque sus actos le
definen y hablan por él, sin necesidad de que vaya anunciándolos.
Otra cosa muy clave y muy básica: la mejor forma de
aportar seguridad y apoyo en una relación aparte de no prometer y actuar, es
reservar nuestras emociones. Da igual lo que te diga el mercado en este
sentido: reserva tus emociones. No mientas, ni engañes, ni digas que “todo va
bien” si no es así.
No mentir es algo básico ¿ok? pero si las cosas van mal, en tu puñetera vida te
dejes abandonar a los nervios, ansiedad, desahogos, o cualquier tipo de
berrinche que pudiera considerarse exhibicionismo emocional. Tú no estás para
eso. Si te has quedado en paro, te has quedado en paro… así que dilo en casa y
no hagas teatro diciendo que no pasa nada. No digas que ganas 3000 si ganas
1000 o si no ganas nada. No digas que no tienes novia si la tienes, porque
además follarás más teniendo novia, es pura preselección. En resumen: mejor
cállate.
Lo que sí te va a funcionar siempre es anticiparte y
adelantarte a sus necesidades reales, no digo caprichos. No hacerlo gratuita ni
incondicionalmente para que sepa que tu apoyo y tu atención no son
incondicionales ni gratuitos y que tienen un valor, pero sí de forma que sepa
que estás cuando es necesario y hace falta. No le preguntes ni ¿qué te pasa? Ni tampoco ¿qué hacemos hoy? Insisto, hablo de
necesidades reales, no de caprichos.
Estoy seguro de que al leer en el título cómo un hombre
debería apoyar a una mujer, has pensado que te iba a decir cosas del estilo:
escucharla, comprenderla, entenderla, hablar más con ella, mostrarte más
atento, más sensible… Tío, no me jodas ¡vamos hombre! ¿cuándo realmente ha
funcionado todo eso? Y no te hablo de ligártela, te hablo de apoyarla realmente
y de complementarla en sus necesidades.
Bueno, mientras las feministas ya están haciendo vudú, se
revuelven en sus sarcófagos y huyen de la luz solar, el ajo, la cerveza y el
fútbol, te anuncio que en lo próximo sacaremos la segunda parte: cómo debería apoyar una mujer a un hombre.
Se
acabó lo que se daba: se acabó la tontería, la estupidez, la feria, el
auto-engaño, la sugestión y la piedad contigo mismo. No te voy a decir lo que tienes que hacer,
aunque lo estés deseando como un febril borrego. Ahora sabes más que antes,
porque lo que acabas de leer aquí es verdad.
¿Qué no te gusta? No te preocupes, siempre te quedarán las comedias románticas.
Vamos ¿por qué no te largas? ¿todavía sigues aquí? Ya estás tardando…
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