No hay nada como ver una foto tuya de hace unos cuantos
años, para darte cuenta de los meneos que te ha pegado la vida en tan poco
tiempo. A mí me ha pasado hoy, me han enseñado una foto que ya ni recordaba y
han me han venido a cabeza a modo de flashbacks de andar por casa (para nada
peliculeros), tres o cuatro cosas importantes entre el momento en el que me
saqué esa foto y el presente… unos cinco años podría ser.
Básicamente en lo de fuera, la cosa estaba más o menos
igual: mismo trabajo, estoy un poco más gordo ahora y sigo viviendo a mi
manera: curro, escribir, amigos (cada vez menos), algún amor de vez en cuando
(también cada vez menos) y con el sentido del deber intacto, aunque cada vez
mis batallas con la pereza son más duras. Termino ganando, pero no tengo tanta
impulsividad como antes.
Digamos que soy el mismo, pero no deslumbro tanto como
antes, me lo tomo todo con mucha más calma. También es verdad que ahora tengo
peor carácter, pero tengo más paciencia y creo que soy más tolerante. Durante
ese mismo lapso de tiempo, muchos de mis amigos ya se han casado, algunos ya
han sido padres, ha habido incluso algún que otro divorcio y cambios de pareja.
Puedo decir que en comparación con ellos, su situación ha cambiado, mientras
que la mía ha seguido más o menos igual.
A veces lo pienso ¿me estaré equivocando? Debo
reconocer que esta pregunta me la hago a menudo, y si eso de ser “el raro” no
será simplemente una marca comercial como diario de un single. Supongo que en algún momento, debería sentir envidia,
o tener miedo a “quedarme fuera”, o desear algo que no tengo y que pudiera
ganar convirtiéndome al camino marcado por las instituciones.
Lo cierto, es que no tengo ni siento esa envidia y no
me cambiaría por ninguno de ellos. En ocasiones me gustaría que me la diera,
para sentirme “normal” y dejar de luchar contra la nada, pero no me la da. Vaya
por delante, que todos justificamos nuestro chiringuito, porque es el que
tenemos, y a la hora de barrer, todos barremos para casa. Pero lo que sigue sin
entrarme en la cabeza a día de hoy, es como puede resultar tan barato echarse a
perder simplemente por “no quedarse fuera”.
Claro, lo que para un tipejo como yo significa echarse
a perder, para la inmensa mayoría de los tíos, suele ser “salvar el culo”.
Significa condicionar tu vida de tal forma, que de una opción o dos opciones
importantes que se tomaron en un determinado momento, vas encauzando tu vida y
tus decisiones posteriores de tal forma, que son tomadas para mantener todo el
compendio por el que se optó, teniendo cada vez menos margen de maniobra y
oportunidades conforme avanzas en edad. Básicamente: lo que antes era un
abanico, ahora es un embudo.
LA SOLEDAD O LA ESCASEZ SEXUAL ¿QUÉ TE DA MÁS MIEDO?
Supongo que hasta que no llegue a la vejez, no podré hablar
con propiedad, pero si hay un argumento que entre los hombres de mi quinta
destaca, son estos dos: la compañía sexual y el miedo a una vejez en soledad
como si fuera el ogro del cuento. Y bueno, no te digo yo que no… pero me
parecen descabellados y cada vez menos realistas estos dos argumentos. No ya
por el hecho de que rebajan al hombre que los defiende al nivel de animal
doméstico, sino porque me parece muy poco serio y diría que hasta irresponsable,
imputar tus siguientes cincuenta años a un proyecto, si ni siquiera sabes dónde
y cómo vas a amanecer mañana.
Lo aclaro: si estuviésemos en 1982, cuando la
velocidad del mundo y de las personas era otra, me parecería lo lógico ¿por
qué? Porque entonces cabíamos casi todos en el modelo de libertad condicionada
establecido: emprender un proyecto conjunto hombre y mujer, no es que fuera la
panacea, pero era viable. Ahora no, pero no porque seamos muy modernos todos de
golpe y seamos más conscientes de nuestras opciones (que también), sino porque
ya somos demasiados que queremos vivir muy bien.
Cuando ya somos muchos y muchas los que trabajamos,
los que consumimos, los que tenemos hijos, los que tenemos en teoría más
libertad que antes, si queremos caber todos… nos tenemos que estrechar, porque
de donde no hay no se puede sacar. Y si nos tenemos que estrechar, esto quiere
decir que el crecimiento de toda sociedad llega a un punto cumbre, a partir del
cual se satura. Ahora, firmar un contrato de aquí a treinta años de los que
sea, es como decir que mañana puede caer un meteorito en un páramo ruso ¿Y tú
qué sabes?
Uno como hombre, tiene que ser responsable de sus
opciones; pero esa responsabilidad para poder asumirse y llevarse a cabo, tiene
que garantizarse. Si te consideras, si nos consideramos hombres responsables de
nuestras opciones ¿qué garantías estamos presentando? Uno solamente puede
presentar garantías, por aquello por lo que puede responder y en base a lo que
dependa de uno mismo. Lo que se sale de tu propio margen de maniobra, es o no
es, pero no puedes garantizarlo, ni por tanto comprometerte a ello.
DIME COMO HOMBRE ¿QUÉ GARANTÍAS REALES PRESENTAS?
Y más aún, en un mundo en el que cada vez somos más y
todos quieren exactamente lo mismo que tú: vivir dignamente, no puedes
pretender afianzarte la seguridad por un contrato rígido porque detrás de ti
vienen más. Esos más, tienen los mismos derechos que tú pero el espacio en el
que convivimos sigue siendo el mismo ¿dónde los metemos? ¿dónde te metemos a
ti? Tenemos que estrecharnos para caber, y si nos estrechamos quizás no podamos
tener tantas opciones reales como derechos sobre derechos, que los derechos
además siempre los pintan en papel. Los derechos no son carne y hueso.
Si los hombres no pensaran con la polla, no se
celebraría un solo matrimonio, no se firmaría una sola hipoteca ¿por qué? Pues
porque un hombre sin miedos, un hombre responsable, lo primero sabe dónde está,
qué es por lo que puede responder y por lo que no. Sabe que las garantías que
puede dar, son solo aquellas que según su margen de maniobra puede presentar de
forma material y sólida.
Un hombre sin miedos, responsable, se adapta según se
encuentra con los problemas que siempre vienen, pero no compra AIRE para
etiquetarlo como seguridad, porque sabe que esa seguridad no se vende en
tiendas, ni mucho menos en la reciente compra de una cocina nueva en un piso
sin amueblar. ¿Entonces? En efecto, esto es un sindios: quizás debas empezar
por aceptar primero esa idea. Un clavo bien clavado y asegurado en un mástil,
no evita que un barco naufrague si le golpea una ola y lo vuelca.
Se acabó lo que se daba:
se acabó la tontería, la estupidez, la feria, el auto-engaño, la sugestión y la
piedad contigo mismo. No te voy a decir lo que tienes que hacer, aunque lo estés
deseando como un febril borrego. Ahora sabes más que antes, porque lo que acabas de leer aquí es verdad. ¿Qué no te gusta? No
te preocupes, siempre te quedarán las comedias románticas. Vamos ¿por qué no te
largas? ¿todavía sigues aquí? Ya estás tardando…
No hay comentarios:
Publicar un comentario