Recuerdo
cuando era pequeño y mi padre llegaba del trabajo a eso de las diez de la noche
a casa. Cansado y supongo más que harto de su jornada laboral, de sus marrones,
de sus broncas, de su jefe y acompañado solo por el run run que todo hombre nacido bajo el sol, lleva en la cabeza con
sus dudas e incertidumbres existenciales, hasta que una voz de mujer (de su
mujer, en este caso mi madre) le hace salir de su propio yo, para que no se
quede demasiado tiempo dentro de su cueva masculina. Dudas, que un hombre
casado con responsabilidades no puede permitirse, precisamente por tener que
pensar globalmente en su trabajo, casa, mujer e hijos, teniendo que dejar las
dudas aparcadas a un lado:
PAGAR ES MÁS CÓMODO QUE IR DETRÁS DE TI parte II, por DANIEL DÍEZ
¿Tú y
yo sabemos diferenciar quien te quiere de verdad y quién no? ¿Trabajamos y nos
esforzamos en saberlo? ¿Descartamos la compañía de una mujer que es incapaz de
dar verdadero amor? Yo me sé la respuesta. ¿Y tú? El AMOR de verdad es tan raro
de ver y tan desconocido por todos que a un simple interés y un trato agradable
le damos el OK y decimos: Tengo una relación. Tengo una novia. Tengo un marido.
PAGAR ES MÁS CÓMODO QUE IR DETRÁS DE TI parte I, por DANIEL DÍEZ
Esto va
de irse de putas. Desde pequeño, gracias al cine acepté como normal y natural
que si me atraía una mujer había ciertas cosas que debía de hacer. Todo ello lo
aprendí de las películas y los consejos de las amigas. Curiosamente, los
consejos de estas y los de Hollywood
eran prácticamente idénticos. El protagonista de la película se
esforzaba en llamar su atención, luchaba por destacarse y sobre todo intentaba
demostrar a la chica que todos los esfuerzos que hacía por ella eran porque la
quería mucho. Y eso, era más que razón para ser el elegido.
ESTO SOLO ME PUEDE PASAR A MÍ #SeñorasQue
Estando
de vacaciones, había quedado para comer con unos compañeros de trabajo que
están en la sede regional, en una conocida localidad de la #CostaDelSol. Me
bajé del autobús como cualquier otro guiri y como había llegado con tiempo de
sobra, estaba buscando una terraza simpática para apurar una caña antes de
llegar al lugar donde había quedado. De pronto avisto a una señora mayor que
desde una silla de ruedas, me está haciendo señales para llamar mi atención con
cara de apuro. Allá que voy:
LA LAGARTA: UN RELATO DE VECINDARIO DE “ANDAR POR CASA”
Recuerdo
de pequeño que teníamos una vecina a la que mi madre no podía ni ver. Vivía en
el cuarto y nosotros en el quinto. Se refería a ella como “la lagarta”,
asignándole además toda clase de apelativos adicionales, todos relacionados a
menospreciador su físico y su valor como mujer, que según versión no era tanto porque (palabras textuales) “enseñaba hasta
lo que no tenía” y “no valía un duro”. No entendía por qué la llamaban así,
ella y medio bloque. Tenía el pelo negro, corto, era morena de piel y la
recuerdo con vaqueros, tirantes negros y siempre llevando muchas pulseras y con
anillos de colores vistosos. No sabía a qué se dedicaba, vivía sola y aunque
tenía la edad de mi madre más o menos, la recuerdo juvenil y siempre con una
sonrisa puesta. Espera, que no se me olviden sus pendientes de aro.
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