Muchos
incautos van por ahí sintiéndose afortunados porque creen que han encontrado a
“una santa” como pareja. Les suele pasar mucho a los que solo han tenido una
novia, o un rollo y después una novia, o ninguna de las anteriores. Es
resultado de no haber estado con mujeres, de haber estado con pocas, o mejor
dicho: muy pero que muy pocas (o ninguna menos la que les ha adoptado). Es un
signo de inmadurez sexual del varón en toda regla, que suele venir asociado a
la poca experiencia con el sexo opuesto, pero sobre todo a la ausencia de
convivencia diaria y cotidiana con una mujer o varias. Desconocimiento al fin y
al cabo. Comparable a un primer amor adolescente, pero el primero… primero,
primero de todos visto desde fuera por alguien con algo de juicio.
He
conocido a algunos talibanes católicos, más de uno y más de dos, que se
jactaban gin-tonic en mano pegados a la barra de un bar, que cuando se casaron
su mujer era virgen, a la par que alzaban la copa de balón como signo de
triunfo y trofeo virginal, presentando a sus mujeres como piezas de caza, y la
virginidad mencionada como el trofeo. Esto es lo que yo llamaría una mezcla
entre feudal, sacerdote pagano y misógino. Pero también te diré, que idealizar
a tu pareja debería estar penado, aunque también es cierto que si no la
idealizas de alguna manera, el amor en cuanto a apego y exclusividad es más
difícil y por más racional, también “menos auténtico” aunque probablemente
mucho más inteligente.
Y ENTONCES LLEGARON ELLAS…
Después
han venido las feministas (no digo feminazis, no digo hembristas, he dicho
feministas ¿queda claro? f-e-m-i-n-i-s-t-a-s) a imponernos la idea, de la que
“es santa” lo es por ser mujer y la que “es puta”, es también “santa” por ser
mujer… que las mujeres hagan lo que hagan y digan lo que digan, están siempre
justificadas y que son todas “santas” porque el hombre tiene la culpa de todo
mal existente sobre la faz de la tierra. Insisto una vez más: he dicho feministas.
Las que quieren excluir al hombre de cualquier mercado porque cualquier
sinónimo de pene (menos el vibrador que tienen en su cajón, que no discute ni
reclama sus derechos) es reclamo del mal, de violencia y de culpa, al que
imputarle todo el pecado, porque claro: la mujer aunque no sea católica, es más
virginal, limpia y sin tacha que María la
madre Cristo.
La
ignorancia, la falta de experiencia, las falsas creencias impuestas que
idealizan a la mujer, no nos dejan ni nos permiten conocerlas de verdad. No nos
permiten aceptarlas en su verdadera naturaleza, aceptarlas y por tanto,
amarlas. Empezando por el propio concepto que la mujer tiene de sí misma: a día
de hoy suele rondar un 90% autojustificación con un 10% de empatía emocional
hacia sí misma. Si es lo que le han metido en la sesera, no se le pueden pedir peras
al olmo. Es lo que te encuentras por la calle. Ni ella misma se conoce, ni ella
misma sabe cómo debe ser, ni ella misma quiere enfrentarse ni plantearse una
contradicción con esta autojustificación, porque cualquier contradicción puede
poner la autoestima que le han vendido en entredicho y… ¡eso nunca!
¿RECUERDAS TU PRIMER AMOR?
Ojalá
fuera siempre así ¿verdad? Descubrir a la otra persona poco a poco, crecer
juntos, aprendiendo el uno del otro. Pero tenemos un problema grave: a la mujer
de hoy ya le han dicho que lo sabe todo, y como lo sabe todo, no se esfuerza, y
como no se esfuerza por conocer al otro, es el otro quien siempre ha de hacer
el esfuerzo. Como ella no lo hace porque le han dicho que no necesita hacerlo,
no valora realmente a ningún perfil que se le ponga delante, a menos que le
interese desde el minuto cero sobre el papel, y de ahí hacia arriba. Así no hay
dios quien se enamore como la primera vez. Creer que lo sabes todo del sexo opuesto
y en concreto de la persona (antes he dicho perfil, pero ahora digo persona) es
sentenciar al otro, o a la otra (y te lo digo por experiencia).
Lo
único que sí nos han dejado claro de las mujeres hoy en día son dos ideas
basadas en el embudo: Se mira pero no se toca, y la otra, ella puede mirar y
tocar lo que quiera. Con lo cual, es imposible que el hombre en su deseo de
unirse a una mujer, pueda aportarle algo. No porque no tenga nada que aportar,
que todos sabemos lo que podemos llegar a dar y es mucho, hasta la vida si hace
falta, si no porque no se nos permite hablar, expresarnos, desarrollarnos y
comportarnos de una forma masculina auténtica (que es precisamente lo que
podemos aportar en este mundo y lo que complementa las necesidades reales de la
mujer), a menos que esta sea políticamente correcta y encaje comercialmente con
las necesidades femeninas impuestas por el feminismo institucionalizado. Y
estas necesidades comerciales, desde luego no son las necesidades reales de la
mujer por mucho maratón contra el cáncer de mama que se celebre.
Se
acabó lo que se daba: se acabó la tontería, la estupidez, la feria, el
auto-engaño, la sugestión y la piedad contigo mismo. No te voy a decir lo que tienes que hacer,
aunque lo estés deseando como un febril borrego. Ahora sabes más que antes,
porque lo que
acabas de leer aquí es verdad. ¿Qué no te gusta? No
te preocupes, siempre te quedarán las comedias románticas. Vamos ¿por qué no te
largas? ¿todavía sigues aquí? Ya
estás tardando…
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