Como
hombre, y ya lo decía Eben W. Pagan
alias David DeAngelo, en uno de sus
discursos más populares: los hombres
tenemos suerte de ser hombres porque nuestro valor de mercado no necesariamente
ha de decrecer con la edad. El 99,99% de las mujeres del planeta pierden
valor de mercado cuando suman años. Porque el ser jóvenes, sanas y simétricas
va a disparar el número de hombres interesados en ellas. El hombre por su parte
puede elegir dos caminos:
1 – Se
cuida y alinea sus metas en la vida en darse una existencia feliz y por ende
para todo el mundo que le rodee.
2 – Se
descuida, se hace gordo tripudo, putero y viejo verde.
Ambos
sexos somos productos de mercado. Nadie te va a preferir al resto de oferta por
tu bondad o buenos sentimientos.
Por lo
tanto, y después de pensarlo bastante, creo que desde el principio y dejándolo
claro verbalmente, se ha de ofrecer al mundo tu vida y tu compañía. Lo mejor de
ti mientras lo quieran. Mientras lo quieran tus amigos, tus amigas y tu
compañera/pareja. En el momento en que ella te empiece a exigir cosas, estás en
tu derecho de decir: Mira nena, me gusta
mi vida, me gusta mi vida contigo en ella, pero si piensas que debo de hacer
algo que no quiero bajo la amenaza de que vas a ser infeliz o me abandonarás,
ahí tienes la puerta.
PORQUE YO LO VALGO
Pero
para ello, has de haber optado por el punto 1. El cuidarte y aumentar tu valor
día a día. Si has elegido el punto 2 que conlleva ser un tripudo putero y sin
amigos por defecto de cuidados, estarás jodido y dirás que “Sí” a todo lo que
se te imponga para no quedarte como un “perdedor” más solo que la una.
El
matrimonio es un atraso. Es algo obsoleto que solo puede venir bien para darle
protección legal y económica a tu pareja si te pasase algo. Y es obsoleto
porque a tu pareja has de ganártela todos los días. Y ella a ti. Ese esfuerzo y
dedicación desde la libertad y desde el deseo que esté contigo siempre. Eso, el
matrimonio lo arruina. Acéptalo: somos productos de mercado. Pero… ¿Vas a entrar al trapo? ¿Quieres
negociar con personas?
Cuando
era más joven pues era “guapo” o “follable”. Más allá de los 30, pasas a ser
mirado más como una inversión. Las frases que oyes a alguna mujer despechada
tipo “los hombres solo (o no) servís
para…” lo dejan claro: Has de tener una utilidad o se cabrean con el mundo
si no encuentran para ellas uno con algún uso práctico alineado con sus
necesidades. Y todo el mundo viéndolo normal.
HASTA
QUE UN DÍA ELLA
HABLA Y TE DAS CUENTA
Sales
con una amiga a tomar unas cervezas. Y te viene con una frase del palo. Y te
preguntas ¿No estás saliendo conmigo para pasártelo bien? ¿No lo estás
haciendo? ¿A qué viene eso de “solo
servís para… o no servías para nada…”? Pues va a ser que los hombres
servimos para pasarlo bien. Por lo menos los “amigos”. Pero entonces, según
esas afirmaciones, los amigos no debemos de ser hombres ¿verdad? Un hombre es
aquel que está en el mundo para darte lo que necesitas. Esa es la conclusión
que uno termina sacando.
Y
entonces ves que te acuestas con una chica, y al poco ya te viene con
exigencias y cabreos si no tragas por sus demandas o haces lo que ella quiere o
ve “normal”. Y sientes un agobio de muerte: Pero
tía, que yo quiero una amiga con la que pueda hacer las cosas que me gustan. Y
que me guste ella también para tener nuestra pasión. Para darle lo suyo y lo de
su prima. ¿Los amigos te vienen exigiendo algo? No ¿verdad? ¿No sería lo
más bonito del mundo que las relaciones de pareja fuesen amistad más pasión?
Pues no, ya te vienen con las exigencias y el mercado.
¿Qué
eres mujer y te sientes como un objeto? Pues lo siento, pero los hombres somos
tanto o más objetos. Lo que pasa es que nos damos cuenta cuatro y nos quejamos
dos, uno o ninguno.
Se
acabó lo que se daba: se acabó la tontería, la estupidez, la feria, el
auto-engaño, la sugestión y la piedad contigo mismo. No te voy a decir lo que tienes que hacer,
aunque lo estés deseando como un febril borrego. Ahora sabes más que antes,
porque lo que
acabas de leer aquí es verdad. ¿Qué no te gusta? No
te preocupes, siempre te quedarán las comedias románticas. Vamos ¿por qué no te
largas? ¿todavía sigues aquí? Ya
estás tardando…
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