Somos blandos, muy blandos… tan blandos y tan
criados a base de esta moral judeo-cristiana adaptada a tiempos modernos por la
vía civil y ética, que nos asustamos cada vez que tenemos noticia, de que en
ciertas partes del mundo, sigue existiendo la ley del más fuerte, la ley de la
selva, o como la quieras llamar. Y cuando estas máximas se dan en la cama, bajo
el techo de uno, nos asusta aún más. Según estos criterios morales, debiéramos tener un grado de
autocontrol suficiente como para vernos dignamente como seres humanos
medianamente infalibles, o al menos con capacidad de serlo, con capacidad de
perdonar y un montón de cosas más dignas propias de seres humanos, que al menos
sobre el papel, se estiman por encima de los animales silvestres y bestias de
la selva.
Pero bueno, como esto no es así y no somos
perfectos, el olor de la sangre y del instinto tienen siempre la última
palabra. Si, si la tienen. Que claro, que hablo en el extremo, pero el olor de
la sangre es demasiado fuerte como para intentar ningunearlo. Ninguna mujer es
perfecta. Ningún hombre lo es tampoco, y el que no vale para una cosa, vale
para otra. Yo sigo creyendo que vivimos en la selva, así me he quedado ¿Qué le
voy a hacer? Aunque no me hagas ni puñetero caso, que al menos quede constancia
de ello en alguna parte. La cosa hoy al hablar de cuernos, va sobre todo a
llamar tu atención, pero sin trampas ¿OK? No quiero hablar de roles para el
hombre en plan amante/proveedor. Ni decirlo de forma macho alfa o beta. No creo
en el hombre social, lo siento pero todo lo que dependa de la época en la que
vivimos se va a la mierda en “periodo de guerra”.
¿DE QUÉ GUERRA ME HABLAS?
De la única que no ha cesado desde el origen de
los tiempos: la supervivencia de la especie. Ya podemos saber más o menos, pero
mirándonos al espejo como hombres, te invito a que te hagas una pregunta,
independientemente de cual sea tu estado civil, tu estatura, tu complexión, tu
físico, tu estatus, o tu credo si lo tienes… Yo ya me la he hecho, pero mi
respuesta aparte de ser parcial y subjetiva, solamente me vale a mí. Llevamos
ya un tiempo dándole su valor y su peso al #amor verdadero porque hacía falta
hacerlo, y porque vale oro… pero te recuerdo que quizás sea lo más alejado de
la sangre y del instinto que pueda hacer realmente feliz a una persona. La
pregunta que quiero que te hagas ante el espejo, pretende siturarte en el mundo
de forma realista. Como hombre sí, como hombre (ya sabes que esto no es la Cosmopolitan, ni lo va a ser nunca),
quiero que te mires al espejo y que te preguntes, dentro de este mundo algo tan
sencillo como: Siendo un hombre ¿para qué sirvo? Algo tan sencillo como eso. Mientras
sigamos con los pies en la tierra, todo puede ir bien… Y si no bien, al menos
conscientemente bien, mal o regular sin anestesia.
Te propongo algunas lineas de respuesta, pero no
te voy a dar ninguna concreta, porque lo que quiero y pretendo, es que hagas un
ejercicio de ubicación en el mundo por tu cuenta y riesgo, sin que venga nadie
a clasificarte antes, o a decirte quién eres o para qué sirves. Quiero que todo
eso te lo respondas tú. ¿Sirvo para trabajar? ¿Sirvo para ser padre? ¿Sirvo
como un mero donante de esperma? ¿Sirvo para pagar facturas? ¿Sirvo para que me
quieran? ¿Sirvo para amar? ¿Sirvo para follar? ¿Sirvo para luchar? ¿Creo que mis
genes son merecedores de prolongarse en la siguiente generación o eso ya me da
igual? ¿Qué le estoy dando al mundo ahora mismo? ¿Aporto algo a esta jungla o
solo soy un puto consumidor? Se me ocurren muchas, pero quiero que te lo
preguntes tú. Porque normalmente lo que tú no sabes hacer, o para lo que no
sirves, siempre hay un sustituto que lo borda con excelencia y al revés.
P.D. Todas estas preguntas son planteadas y
respondidas según tus señales de forma inconsciente, programada y automática
dentro del cerebro de una mujer de cara a los candidatos. Así que para hacerte
una idea acertada, intenta ser sincero, objetivo, quirúrjico y duro contigo
mismo ¿duro? Pues sí, duro porque es así como se te va a medir. Esto sigue
siendo la selva, o un sindios (como prefieras). Esto último te lo prefería decir
al final con una simple post-data, solo por si aguantabas, que tuvieras tu
recompensa al pene: aquella que valoras por encima de cualquier otra, pero si
no aguantaste hasta el final…
Se acabó lo que
se daba: se acabó la tontería, la estupidez, la feria, el auto-engaño, la
sugestión y la piedad contigo mismo. No te voy a decir lo que tienes que hacer, aunque lo estés deseando como un febril borrego.
Ahora sabes más que antes, porque lo que
acabas de leer aquí es verdad.
¿Qué no te gusta? No te preocupes, siempre te quedarán las comedias románticas.
Vamos ¿por qué no te largas? ¿todavía sigues aquí? Ya
estás tardando…
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