Era yo… más tieso que una vela tumbado en
la cama, mientras de forma macabra terminaba la película. Adrian y Rocky se abrazaban en la TV, sonaba la música… un fin de
película sin espectador que lo contemplara. Blanco, con los ojos y la boca
abierta y la ropa de cama revuelta… como quien lo ve y tiene la certeza de que
no había marcha atrás. Me miré las manos, apretaba los dedos para sentir mi
propio tacto, respiraba y me empecé a tocar la cara. Ni frío ni calor, como
siempre ¿todo estaba en mi cabeza? Había una barrera invisible que me impedía
tocar la carcasa de carne y hueso, que se iría enfriando poco a poco sin que
nadie se enterara. Lo que quedaba de mí, estaba vacío, absolutamente vacío,
inerte, seco y solo, muy solo. No era la muerte que yo había imaginado, ni a la
edad a la que yo habría querido. Me había dejado demasiadas cosas en el
tintero, como para que me hubiera llegado la hora. La película seguía
avanzando, y yo era incapaz de reaccionar.
–Pero ¿por qué? ¿cómo?-
–¿Necesitas
un por qué?-
–Si-
–Llámalo
infarto-
–Pero no
me he despedido de mi hermano, ni de mis padres, ni de mis amigos… ¿Por qué?-
–Te llegó
la hora, no lo pienses y levántate que tenemos cosas que hacer-
–No puedo,
tengo que ver a gente, tengo que terminar el libro, tengo que dejarlo todo en
orden… No puedo irme así ¿es que no lo entiendes?-
–Yo solo
soy el mensajero chaval, esto me hace la misma gracia que a ti-
–Lo dudo,
te veo muy tranquilo fumándote mi tabaco y vacilándome-
–Míralo
por el lado bueno, has dejado de fumar-
–¿Y qué va
a pasar conmigo? ¿y con el curro? ¿y con mis libros?-
–No
pienses en eso, la vida seguirá. Nada más, esas ya no son tus preocupaciones-
–¿Es así
como funciona? ¿Y ya está?-
–Sí, pero
no te entretengas con lo que no tiene remedio. Nos tenemos que ir-
–¿A dónde?-
–Tienes
que compensar a alguien-
–¿Yo? ¿Yo
de qué?-
–Sí… y si
no lo haces, te quedarás aquí, sin que nadie te vea, eternamente, por los
siglos de los siglos. Créeme, no es lo que quieres. No se lo desearía a nadie
¿Acaso quieres quedarte vagando eternamente por un mundo al que ya no
perteneces?-
–¿Qué
tengo que hacer?-
No quise mirarme otra vez. No podía aceptarlo.
–Tenemos
que ir a ver a alguien-
–¿A
quién?-
–Ahora lo
verás-
–Pero…-
–Quizás
entiendas por qué no dormías muchas noches… y lo entenderás rápido-
–No creo
que nadie sepa eso-
–Tu
problema es que te crees diferente, pero solo eres uno más-
–Más bien
un bicho raro, que diferente…-
–Qué va
culebrilla, siento decírtelo… eres demasiado estándar-
Rocky no dejaba de tocarme
los cojones, pero ¿qué podía hacer? Estaba claro que ya todo se había ido a
tomar por culo. Nunca me habría imaginado que palmarla era esto. Una especie de
broma macabra, con uno de tus ídolos de siempre como maestro de ceremonias.
–¿Sabes
cuál es tu problema pequeño Mcfly?-
–Que estoy
fiambre-
–No, que
te crees que todo te lo han hecho a ti. Crees que eres el centro del universo y
que todo gira en torno a tu puto ombligo-
–Mira tío,
no te voy a llevar la contraria. No quiero llevarme un puñetazo… Lo que tú
digas jefe-
contesté a Rocky con desánimo y
resignación –Solo espero que al menos
tengas la bondad de llamar al samur para que alguien se lleve mi fiambre de
aquí a un sitio decente… a la facultad de medicina por ejemplo, para que me
estudien y alguien averigüe qué coño me pasó-
–Bueno, ya
veremos… según te portes con ellas-
–¿Qué?-
–A ver si
te pensabas que te ibas a ir de aquí sin saldar cuentas pendientes-
–No jodas…- Me cogió del hombro y
me puse de pie. No sabía a quién tenía que ver, o a quién sería la tía con la
que tendría alguna cuenta pendiente. Lo único que me faltaba a estas alturas de
mi vida, era hacer un “remember” de recuerdos… Otro más, me refiero. ¿No me
podía morir y punto? Joder, como todo el mundo.
Fuimos hacia la puerta, no sin antes coger mi paquete de slims… ahora serían infinitos. No creo que se me fueran a terminar. ¿Puede un fantasma fumar? Me temo que sí, que uno cuando se queda frito, se debe quedar tal cual. Siendo así me hubiera gustado pirarme al otro barrio de una forma más honorable, más épica y más heroica… pero qué se le va a hacer. –Y ¿a quién vamos a ver?- Rocky abrió la puerta de una patada, se echó a un lado y me cogió de la camisa, como si fuera una ropa sucia, arrojándome al pasillo. Cerré los ojos y me preparé para el ostión contra la puerta de enfrente, pero cuando los abrí…
Estaba de pie, en un andén de metro. Hacía un poco de frío y estaba pasmado esperando. Me toqué lo que llevaba puesto: una americana granate, un jersey de cuello alto, unos pantalones de pinza azul marino y zapatos negros. No podía mirarme en ninguna parte, no había espejos, pero me sentía distinto, como más ligero, como ¿más joven? –Espera ¿qué coño es esto? Yo he estado aquí antes- Se me pusieron los pelos como escarpias, en cuanto me di cuenta que llevaba una rosa envuelta escondida. Ya sabía dónde estaba, o mejor dicho cuándo estaba. Quince años atrás, era mi primera cita. [continuará en parte III] Si te perdiste la parte I.
Se acabó lo que se daba: se acabó la tontería, la estupidez, la feria, el auto-engaño, la sugestión y la piedad contigo mismo. No te voy a decir lo que tienes que hacer, aunque lo estés deseando como un febril borrego. Ahora sabes más que antes, porque lo que acabas de leer aquí es verdad. ¿Qué no te gusta? No te preocupes, siempre te quedarán las comedias románticas. Vamos ¿por qué no te largas? ¿todavía sigues aquí? Ya estás tardando…
Fuimos hacia la puerta, no sin antes coger mi paquete de slims… ahora serían infinitos. No creo que se me fueran a terminar. ¿Puede un fantasma fumar? Me temo que sí, que uno cuando se queda frito, se debe quedar tal cual. Siendo así me hubiera gustado pirarme al otro barrio de una forma más honorable, más épica y más heroica… pero qué se le va a hacer. –Y ¿a quién vamos a ver?- Rocky abrió la puerta de una patada, se echó a un lado y me cogió de la camisa, como si fuera una ropa sucia, arrojándome al pasillo. Cerré los ojos y me preparé para el ostión contra la puerta de enfrente, pero cuando los abrí…
Estaba de pie, en un andén de metro. Hacía un poco de frío y estaba pasmado esperando. Me toqué lo que llevaba puesto: una americana granate, un jersey de cuello alto, unos pantalones de pinza azul marino y zapatos negros. No podía mirarme en ninguna parte, no había espejos, pero me sentía distinto, como más ligero, como ¿más joven? –Espera ¿qué coño es esto? Yo he estado aquí antes- Se me pusieron los pelos como escarpias, en cuanto me di cuenta que llevaba una rosa envuelta escondida. Ya sabía dónde estaba, o mejor dicho cuándo estaba. Quince años atrás, era mi primera cita. [continuará en parte III] Si te perdiste la parte I.
Se acabó lo que se daba: se acabó la tontería, la estupidez, la feria, el auto-engaño, la sugestión y la piedad contigo mismo. No te voy a decir lo que tienes que hacer, aunque lo estés deseando como un febril borrego. Ahora sabes más que antes, porque lo que acabas de leer aquí es verdad. ¿Qué no te gusta? No te preocupes, siempre te quedarán las comedias románticas. Vamos ¿por qué no te largas? ¿todavía sigues aquí? Ya estás tardando…
No hay comentarios:
Publicar un comentario