De vez en cuando llega alguien y te calla la
boca. No está mal que esto pase, y que te recuerden que las reglas y patrones
que has definido según experiencias anteriores, no son al menos siempre como
las tienes. ¿Pasa algo? Sí que pasa, porque gracias a estas banderillas, muy de
vez en cuando puedo permitirme el lujo de creer que en efecto –No está todo perdido- Suelen durarme
poco estas banderillas de alegría y esperanza (no te voy a engañar), y la
verdad es que siempre acaba pasando algo, que hace que vuelvas al punto de
retorno, que te hace reafirmarte de nuevo en la monolítica posición del axioma,
con un tal –Lo sabía, tenía que pasar
algo… No podía ser todo tan perfecto- ME JODE Y MUCHO. Creo que en el
fondo, sigo teniendo en mi disco duro, algo del puto When you wish upon a Star del sorbesesos Disney y que precisamente tarde o temprano, sigo esperando como
cualquier princeso.
De vez en cuando, supongo que también se me escapará alguna fanta de invitación, que me ubique en la odiosa, deshonrosa, degradante y anti-naturalmente consentida posición de pagafantas. Puedes pensar –¿Perdona? ¿un pagafantas tú?... tanto que predicas y ahora vienes con estas- y lo piensas con razón, pero nunca me hice un video y lo subí a Youtube alegando que había descubierto un gran misterio. Ser un princeso es muy jodido, porque tienes sentimientos y también quieres compartirlos, aunque sepas seguro que la estás cagando y mucho… Lo sabes, en el fondo cuando la cagas lo sabes. ¿Y qué pasa? Tarde o temprano, te acabas dando cuenta, de que se tenía que haber abierto a las emociones su puta madre.
Esto me puede pasar cuando dejo de medir, pero es
que si estoy siempre midiendo y controlando… entonces no disfruto de mi puta
vida, y que yo sepa solamente tengo una. Ojalá fuese un reptil gobernado por un
mínimo cerebro primario, que no fuera capaz de retener memoria histórica.
Ojalá… pero no es así. Yo nací lobo como quien dice, en una madrugada agónica
de luna llena, en la que un calor asfixiante fue el caldo de cultivo y lo
primero que percibí cuando llegué al mundo. Me gusta el calor, que no la luz
del sol, porque soy más yo mismo de noche. ¿A cuento de qué? Según esta
hipotética leyenda, debería transformarme cada vez que hubiera luna llena, en
un hombre lobo a lo Underworld… Pues
mira, eso no me pasa.
Nací lobo, me convertí en borrego con el paso
del tiempo y cuando me di cuenta se me había olvidado cazar. Tuve que empezar
otra vez a aprender a morder y a hacer lo que podía. Ese bien podría ser el
resumen de mi vida. Me metía con un amigo, acusándole de que era un sensible, un comprendedor de mujeres y un
invita-cafés-a-amigas-en-centros-comerciales de domingo por la tarde.
Repaso mi histórico y bueno… mejor me callo, porque es para hostiarme, porque
está visto que cuando uno detecta pecado en el prójimo, suele ser por haberlo
cometido primero (qué te voy a contar).
¿ME QUIERE? ¿NO ME QUIERE?
Así en este plan de princeso, me va a querer su
puta madre deshojando margaritas –¡Hay que morder Miguel! ¡Morder!...Y menos balar-
es algo que me tengo que repetir a diario para no abandonarme a lo moñas y al
fracaso autocomplaciente de los sentimientos nobles con el pene bajo cero.
Quiero que sepas una cosa, por si acaso tienes todavía algún atisbo leve de
cuentos de hadas. En estas historias, a la princesa la acaba salvando el
caballero, se casa con ella, fueron felices y comieron perdices, bla bla bla…
¿Sabes que le pasa al princeso? ¡¡¡Al
princeso no le salva ni dios!!!
Se acabó lo que se daba: se
acabó la tontería, la estupidez, la feria, el auto-engaño, la sugestión y la
piedad contigo mismo. No te voy a decir lo que tienes que hacer, aunque lo estés deseando
como un febril borrego. Ahora sabes más que antes, porque lo
que acabas de leer aquí es verdad. ¿Qué no te gusta? No te preocupes, siempre te
quedarán las comedias románticas. Vamos ¿por qué no te largas? ¿todavía sigues
aquí? Ya estás tardando…
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