Hubiera
jurado como real, que en un sueño vivido desde un hipotético limbo, yo mismo
elegía nacer en una época equivocada ¿Dónde estaría el desafío si no? Así que
me despedí desde esa ilusión de lugar inexistente en las 3D, de la tribu de
neandertales que aguardaba mi llegada. Después se me ofreció como destino turístico-vital,
el Medievo… pero era demasiado predecible para mí. Así que los cruzados, la
inquisición y los caballeros de órdenes épicas y nobles, también se quedaron
sin mi presencia. En mi sueño de ficción, me la jugué y quise aparecer, en una
época en la que nadie se percataría de mi presencia, de no ser por mi dudoso
exhibicionismo intelectual, bañado en simpleza, cuadratura y simetría, adornado
de un ego, al que desde siempre me ha costado mucho renunciar. Pues sí, así
vine al mundo, como un mindundi cualquiera, empleado por cuenta ajena, hijo de mi padre y de mi madre, con deseos de
arreglar el mundo, empezando por arreglarme a mí. Total, por intentarlo
¿verdad? Que no quede. No necesitas ser un líder mundial, si consigues afectar
el corazón de la gente que te rodea. Así se levanta a las personas, tocándolas
el corazón, como cuando se da la chispa de la vida en un trasplante, o cuando
se le dan dos palmadas en el culo a un recién nacido, para que se entere de
dónde está.
En el
limbo desde el que soñaba, las cosas parecían más sencillas por estar todo más
a mano, pero esto de tener un cuerpo de carne y hueso con tantas limitaciones,
deseos, hambre, sed, sueño y debilidad… es una auténtica putada. Más que nada,
porque te puedes quedar atrapado en la rueda del ciclo vital: nacer, crecer,
alimentarte, reproducirte y morir. Y si no espabilas, tu vida y la mía pueden
quedarse reducidas solamente a eso. Una cosa sí que tengo clara, que este ciclo
vital, es un vehículo que me han asignado para conducir, pero como pasa en la
vida real, no sabes qué es conducir hasta que te pones al volante y ves que el
recorrido nunca es lineal, aunque lo hagas a diario.
Desgraciadamente,
ni si quiera en mi propio sueño, se me permitía quedarme en el limbo con
carácter indefinido, con el resto de mis colegas. Había que moverse sí o sí,
elegir destino y si no lo habías hecho bien en tu vida anterior, te tocaba
arreglarlo en la siguiente. Debe ser por eso, que siempre he sentido la
necesidad de solucionar cosas, mejor o peor hechas, pero al menos dar un paso a
la solución, aunque el trabajo lo termine otro, o se proponga por otra parte
una idea mejor, o exista alguien que sepa más y que tenga mejor aptitud. Todo
eso me cabe, pero al menos… empezar diciendo que si existe un problema, es
porque se puede solucionar, cuando nadie ve la luz al final; es lo que me mueve
por dentro.
¡LEE LA LETRA PEQUEÑA!
En este
sueño, me pusieron un contrato delante, por si después me arrepentía y me
cagaba en todo, que supiera lo que había firmado para que dejara de quejarme...
Y como ves acepté. En ese contrato, decía que aparte de lo que tenía que hacer
como misión vital, en ocasiones sería feliz, otras veces infeliz, otras veces
me enamoraría, otras caería enfermo, algunas me saldrían las cosas bien… Y
otras, como no puede ser de otra manera, fracasaría estrepitosamente. No es lo
mismo verlo en un contrato redactado, que vivirlo en primera persona. Y más
cuando una de las condiciones del contrato, era que aquella misión vital tan
clara en el momento de la firma, sería velada o borrada de la memoria inmediata,
nada más abrir los ojos al mundo. Total ¿dónde estaría la emoción si no?
Bueno,
y ahora ¿qué coño pinto yo aquí? Me gustaría recuperar una copia del contrato,
para saber exactamente qué era lo que tenía que hacer aquí, en este mundo
obsceno, moderno y tridimensional, en el que parece estar ya todo pintado y
escrito. Pero… parece ser que no existen duplicados de ese dichoso contrato, y
que esa noble misión ha de ser desvelada día a día, según mis acciones y experiencias.
Quizás hubiera sido más cómodo para mí, haber elegido desde mi limbo
particular, a aquella tribu de neandertales, o haber elegido las armas y las
cruzadas; pero no… En mi sueño elegí ser un mindundi, un tipo corriente que se
equivoca y mucho. Debía ser, porque aun siendo un don nadie, algo se podrá
hacer.
Se acabó lo que se daba: se acabó la tontería, la estupidez, la feria, el auto-engaño, la sugestión y la piedad contigo mismo. No te voy a decir lo que tienes que hacer, aunque lo estés deseando como un febril borrego. Ahora sabes más que antes, porque lo que acabas de leer aquí es verdad. ¿Qué no te gusta? No te preocupes, siempre te quedarán las comedias románticas. Vamos ¿por qué no te largas? ¿todavía sigues aquí? Yaestás tardando…
No hay comentarios:
Publicar un comentario