Hoy reclamo tu atención, con la
certeza verdadera de saber que has venido a este mundo para algo más que para
pasearte y obedecer. No quiero que tomes mis palabras como un comando, porque
eso querría decir que siempre necesitarás a alguien que te empuje, o alguien a quien
obedecer… y yo no quiero alimentar borregos, quiero que seas capaz de
levantarte tú e ir a la guerra si hace falta. Quiero permitirme este lujo, y
además quiero que te lo creas. Si eres capaz de creer en el desánimo y la
derrota por verlas constantemente en el mundo que nos rodea, quiero que creas
también, en la arenga y en la victoria. Tanto en una, como la otra. Quiero que
no necesites a nadie más que no sea tu propia alma para levantarte. Nunca
podremos estar siempre pendientes de ti, eso tenlo claro. A la hora de la
verdad, probablemente estarás solo y tendrás la tentación de encoger los brazos
y rendirte antes de empezar a luchar, para evitar daños mayores. Esa tentación
de anticipar tu propia derrota siempre la tendrás. Sí, he dicho siempre, porque
esa será siempre la vía más fácil. Pero quiero que cuando escuches esa voz
prudente, escuches también la otra. ¿Cuál otra voz? Aquella que te dice que eso
no está bien, la que te ordena a crear justicia donde no la hay, la que te
empuja a levantarte y la que te hace digno entre todo un rebaño de corderos
para alzarte y dar un primer paso, cuando nadie más se atreve a hacerlo por
miedo.
Es la hora de la verdad, y
siempre hay opciones. He dicho siempre. Te recuerdo que tu voluntad solamente
te pertenece a ti, y que esto no puede arrebatártelo nadie. He dicho nadie. No
todos hemos llevado una vida honorable, quizás sientas que no tienes nada que
salvar, o nada por lo que luchar, o ninguna plaza que defender. Te equivocas.
Cuando llega la hora de la verdad, todos somos iguales. Una guerra la gana un
bando; pero dentro de una guerra hay batallas, y un día a día que le otorga la
victoria, no al que más batallas se haya apuntado en el marcador, si no al que
ha ganado las batallas importantes. Al que ha salido cuando tenía que salir,
quizás sin hacer tanto alarde de fuerza como su oponente, quizás sin que le
brille más la armadura, o tenga un arma más poderosa que su contrario. La guerra
la gana, el que ha atacado cuando tenía que atacar, y defender cuando tenía que
defender.
Si crees que no has llevado una
vida digna u honorable, a la hora de la verdad eso no importará. Porque toda tu
vida se resumirá en ese mismo momento, y todo lo anterior dejará de importar.
¿Vas a perder la oportunidad de redimirte? Quizás mueras en batalla, pero
aunque toda tu vida te hayas escondido como un cobarde, tú eliges si morir como
tal, o morir como un hombre. Ese es tu momento, y sí, he dicho, morir. Es algo
que tarde o temprano, nos pasará a todos ¿lo has aceptado? o acaso ¿crees que vivirás
eternamente? La vida se cobra sus propias cuentas, y a todos nos llega la hora
de la verdad. A todos sin excepción: al rico y al pobre, al débil y al fuerte;
al bueno y al malo ¿cómo quieres afrontar ese momento? De nada sirve que lleves
una vida tibia y regular para pasar desapercibido, tenlo muy presente. Eso siempre
te hará ser partícipe de la condición de esclavo. Pero en el último momento,
tendrás la oportunidad de redimirte. Siempre existe esa opción.
NO SABRÁS QUIÉN ERES,
HASTA QUE TE VEAS AL LÍMITE
Por más que te pueda decir yo,
otro o cualquiera, solamente a la hora de la verdad, sale quienes somos los
hombres verdaderos desde dentro, y quien solamente paseaba la percha. Quizás
por el camino, te encuentres con sabios samuráis, que pasan su vida
abrillantando su armadura y afilando la espada, cuando el contrincante es un
muñeco de madera; pero que cuando llega la hora de la batalla real, saldrán
huyendo, porque en efecto el enemigo se mueve… y quizás se mueve mejor que tú.
No, el enemigo no es un muñeco de madera con el que practicar y lucirse en un
entrenamiento, cuando las doncellas te miran dar golpes elegantes al aire en su
ansiada búsqueda constante de sensaciones y emociones nuevas. Me hacen gracia,
estos actores del honor, que gastan su vida entrenando, para que todos vean que
son guerreros de brillante armadura, mientras que en la sombra se comportan,
como ebrios cantineros, faltos de código alguno. El código que predican en
público, y el mismo código que desprecian en privado.
No es necesario que busques la
guerra, ni la batalla, ni el combate sin razón ¿sabes por qué? Tarde o temprano
se presentará, y es el conflicto el que vendrá a buscarte y a reclamarte para
preguntarte ¿en qué bando luchas? Te aviso que los neutrales, mueren de igual
forma que los de un bando u otro. Los neutrales y tibios también sangran como
tú y como yo. Y tarde o temprano, una guerra vendrá a buscarnos, y tendremos
que afrontarla. Si has llevado una vida honorable, deberás defender lo ganado,
porque es tuyo en justicia, y porque has luchado por ello. No puedes relajarte
ahora. Si no has llevado una vida honorable y digna, es el momento de
redimirte. Todo lo anterior dejará de contar, en el momento que suenen las
trompetas de avanzadilla. Ya no habrá marcha atrás. Al final, la batalla se
resumirá en evitar y anular los puntos
fuertes de tu oponente, y detectar con inteligencia y observación, sus puntos
débiles y blandos. Esto es lo que te dará la victoria, y no el brillo de tu
armadura, o el alcance de tu arma, o la pose estética e imponente, que solamente es imagen, pero
que resulta inútil cuando vienen a quitarte lo más preciado: tu vida y tu
libertad. ¿Quiénes de nosotros somos dignos? No lo sabremos hasta que llegue
ese hora de la verdad.
Si de verdad estás interesado en
ese algo más, que nadie se atreve a publicar por miedo a
que le cierren la editorial, nuestras publicaciones desde la primera hasta la
última, se meten por completo en todo aquello
que te quita el sueño sin pelos en la lengua y al detalle. Somos completamente
independientes y no nos vamos a callar, vamos a seguir trabajando para
contarte lo que quieres saber
y no conviene que sepas ¿Sabes una cosa? Se puede… ¡claro que se
puede!
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