Vamos a empezar por decir que
humanamente esto es imposible. Sí, he dicho imposible. Las relaciones y las
personas no son así, aunque sea el dibujo del cuento del príncipe y la princesa,
que por cierto es de marca Disney. La
historia de nuestros abuelos, tampoco es tan distinta ¿por qué? Seguimos siendo
hombres y mujeres; así de simple. Pero aunque ya los matrimonios y las parejas
no duren cincuenta años, ya que se divorcia la mitad de parejas que se casan,
nuestras necesidades siguen siendo las mismas. Insisto, seguimos siendo hombres
y mujeres, y nuestras necesidades siguen siendo las mismas que hace cien años,
que hace mil años y que hace veinte mil, cuando se cazaba y se vivía en cuevas.
No sabemos mucho más créeme, porque aunque no se cace ni se viva en cuevas, lo
que nos corre por las venas a hombres y mujeres, sigue siendo sangre. Al menos
de momento sí, y parece que va a ser así por mucho tiempo, obviando toda la
ciencia ficción cinematográfica y literaria.
El concepto de para siempre está diseñado por la
moral, pero no es coherente con la verdadera naturaleza del ser humano. Si el
ser humano es finito y limitado, el para
siempre no tiene objeto por mucho que te haya contado tu madre. Es bonito
ponerlo en las tartas de boda, y en las tarjetas de felicitación, pero ni es
humano, ni animal, ni real. Sé que suena frío, pero es que quiero hacerte
consciente de nuestra verdadera realidad. Tampoco se trata de que comiences a
cavar una trinchera de protección contra mis palabras; lo único que quiero es
que no te engañes a ti mismo, pensando que una relación de pareja es un seguro
de vida, cuando en realidad es todo lo contrario. No quiero que tengas miedo,
quiero seas consciente del acto y las consecuencias.
El cajón en el que nos han
metido nada más nacer, nos dicta como buenas o impuestas, pautas que no son
naturales: eternidad, fidelidad, perpetuidad, monogamia, sumisión… Que a fin de
cuentas nos enseñan que si nos portamos bien, todo va a salir bien, cuando un
día tras otro vemos que como en la propia naturaleza, los ciclos tienen un
principio y un fin natural. La cosa es simple: interesa que creas lo contrario,
para que no salgas del cajón en el que te han metido. Una de las cosas que te
enseñan de pequeño, es que un matrimonio ¿es para toda la vida? De lo que no te
hablan, es de la renuncia a ti mismo que supone una carta de felicitación de
bodas. ¿Entonces? ¿no hacemos nada? ¿nos quedamos como unos eternos
individuales toda la vida? Tampoco hemos nacido para estar solos, porque
hombres y mujeres somos complementarios. La existencia del uno, no tiene objeto
sin el otro. Es algo básico y fácil de entender. Ni ellas pueden solas, ni
nosotros tampoco; pero todo pasa por aceptar nuestra verdadera naturaleza,
humana y limitada.
NO DEJES DE HACER ALGO, AUNQUE SEPAS QUE TENDRÁ UN FINAL
¿Por qué? Pues porque en la
naturaleza, todo tiene un principio y un fin. Es cuestión de aceptarlo. Y tanto
el principio como el fin, nunca serán iguales de una pareja a otra, si hablamos
de pareja. Por otro lado, tenemos el tema legal. Esto ya no es ni sangre ni
instinto. No es que los hombres tengamos miedo al compromiso en sí mismo, es
que cuando nos comprometemos, tenemos todas las de perder. Mientras que para la
mujer una relación es probablemente una inversión fríamente hablando, que le va
a aportar un estatus, para el hombre es una apuesta a fondo perdido, en la que
puede palmar. ¿Miedo al compromiso? No señoras, no... miedo a palmar y a echar
tu vida a perder. Nosotros socialmente y legalmente, no tenemos el mismo margen
de maniobra ni para rehacer nuestra vida, ni para empezar de cero con las
mismas posibilidades o recursos. Así que... hasta que las relaciones formales y
los contratos de matrimonio no sean realmente equitativas, un servidor no firma
nada. Hombres y mujeres, no nos exponemos a los mismos riesgos, es así de
simple ¿Miedo al compromiso? Como dicta una reconocida campaña publicitaria: yo no soy tonto. Yo no me comprometo a
nada si sé que tengo todas las de perder.
Un contrato de matrimonio, no es
un seguro de vida como muchos quisieran. Para ti como hombre, ya has visto que
no lo es. Todo lo contrario: es tenerte cogido por los cojones desde que firmas
y una criatura empieza a llevar tus
apellidos. Suponiendo que sea tuya, claro… Yo lo digo sinceramente, me quitaría
de todas estas disyuntivas, comercializando esperma, a un precio razonable.
Razonablemente caro, por supuesto. Porque lo vale, y porque en este sentido los
tíos no somos verdaderamente conscientes, de lo importante e imprescindible que
es nuestra participación en el proceso. La cosa es tan simple, que insulta: sin
esperma, no hay negocio. Punto. En cambio, ser padre de una criatura es algo
importante, pero es otra cosa. Es un acto libre y trascendental, pero no tan
importante como el de poner los medios para que una criatura llegue al mundo.
Si ellas tienen el útero, nosotros el esperma, es fácil de entender ¿verdad?
Pues no seas tonto, y ponle el precio que se merece. Nadie te está haciendo
ningún favor.
Te pido que seas inteligente,
que sepas lo que estás haciendo y dónde te estás metiendo. No es que tu papel
como hombre sea importante, es que es imprescindible. Cambien lo que quieran
cambiar las cosas, sin tu intervención, no hay trato que valga. Hay cosas que
nunca cambian, por más que la ciencia y el progreso supuestamente avancen. Y
no, no estoy hablando de amor verdadero, ni de matrimonio con hijos, ni si
quiera de paternidad. Te estoy hablando de continuidad de la especie, en plan
de andar por casa. En lo más básico
que podamos pensar, es donde hemos de ser conscientes de que la llave en
realidad la tenemos nosotros. Aunque en un hipotético futuro se nos
cultive en probetas, hacemos falta ambos: óvulo y espermatozoide. Es
insultantemente fácil de entender. Párate un poco a pensar de dónde venimos
todos y olvídate de seguros de vida que no son tales. Al final todo se resume a
si eres apto o no.
Si de verdad estás interesado en ese algo más, que nadie se atreve
a publicar por miedo a que le cierren la
editorial, nuestras publicaciones desde la primera hasta la última, se meten
por completo en todo aquello
que te quita el sueño sin pelos en la lengua y al detalle. Somos completamente independientes y no nos vamos a callar, vamos a seguir trabajando para contarte lo
que quieres saber y no conviene que sepas ¿Sabes una
cosa? Se puede… ¡claro que se
puede!
1 comentario:
Coincido. No tengo más que añadir
Publicar un comentario